Caín
Caín fue condenado por un Dios déspota y cruel, por rebelarse contra sus dictados injustos, contrariamente a Abel, mezquino y cobarde, que, incapaz de contrariarle, lo servía. Así, Caín rompe con su yugo de servidumbre, al rebelarse contra la ley impuesta del Dios que lo oprimía y huir lejos de sus dominios, pero paga con ello un precio, pues se enfrenta a la persecución, la maldición eterna y el sufrimiento, convirtiéndose así en fugitivo proscrito. A medida que su estirpe, "Hijos de Caín", crece, ésta se ve obligada a enfrentarse al estigma, el rechazo y la enemistad por parte de los "Hijos de Abel", fieles defensores o coaligados del orden y el poder establecido.
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